Últimamente me da por pensar muchas veces que la vida es demasiado corta, y esto podría dar lugar a un post largo, lleno de pequeñas y grandes historias de por qué pienso tal cosa desde hace ya varios meses hasta ahora, historias tristes con final triste, historias tristes con final feliz e historias felices que no quiero que tengan final. Pero prefiero dejarlo a vuestra imaginación y dejarme de filosofadas baratas.
Este pensamiento, que podría ser un triste y angustioso, se ha convertido en un canto a la vida, a un aumento de las ganas de vivir, a la promesa de no renunciar a nada, disfrutar del día, de la noche y del sueño y de amar todas las cosas bonitas que una se encuentra todos los días, porque hay demasiadas cosas feas para ignorar las que no lo son.
Y como promesa, amar las cosas que tengo tanto como las cosas que anhelo.