Me dolió no recibir una explicación y a la vez lo entendí perfectamente. Yo nunca explico nada que no quiero explicar, así que no puedo exigirle a nadie que haga algo que yo misma detesto. Entendí que las grandes historias a veces acaban así, con varios puntos que quedan a la interpretación de cada uno. Algunos lo llaman final abierto, pero yo sabía que aquello estaba más que terminado cuando eché la llave y dejé que se marchara. Así me quedaría durante los siguientes años: encerrada.